miércoles, 30 de diciembre de 2009

Redescubriendo la magia de la lámpara

Una historia que ha podido dejar una impronta en mi infancia es "Aladino y la lámpara maravillosa", narración que integra el compilado anónimo de historias orientales titulado "Las mil y una noches".
Si bien mi generación y las posteriores han tenido contacto con este cuento principalmente a través de la película de 1992 de Walt Disney, es indudable que esta obra maestra de la ficción tiene mucho más para ofrecer que lo que hemos podido apreciar en el film (aunque ésto no lo desmerece en absoluto). También existe una película de animación japonesa, mucho más fiel al cuento original pero con personajes menos entretenidos. La misma fue producida por Toei Animation en 1982. Ambas constituyen buenos disparadores para apreciar la historia en toda su extensión.
Las traducciones del texto con las que hemos tenido contacto hasta el momento pueden diferir y tener matices, pero todas ellas probablemente cuentan una historia similar. En ella se combinan elementos mágicos como genios y cuevas encantadas, con culturas exóticas como las del oriente antiguo. También deja una interesante moraleja, que ha sido alterada, desafortunadamente, por adaptaciones contemporáneas.
En el cuento original, Aladino es engañado por un hechicero para que entre en una cueva y tome una vieja lámpara. Luego de escapar de la cueva, el joven protagonista descubre que en la lámpara habita un genio que puede concederle todos sus deseos. Gracias a este esclavo místico, Aladino se transforma en un príncipe y se casa con la princesa Badral Budur. Pero cuando el malvado mago regresa y se apodera de la lámpara engañando a la princesa, el muchacho deberá salvar a todos y derrotar a su adversario utilizando únicamente su astucia e ingenio.
Los hechos antes expuestos dejan claros dos momentos en la maduración del protagonista. En el primero, Aladino sale de la cueva y se hace rico con ayuda de la magia; y no por sus propias capacidades. En el segundo, desprovisto ya de las bondades de la lámpara, son sus propias potencialidades las que le permiten "salvar el día" y demostrar su valor auténtico como persona. ¿Cuántas hazañas somos capaces de lograr por nosotros mismos? ¿Somos conscientes de lo que podemos lograr? Sin ánimos de pugnar por un optimismo ingenuo e idealista, me parece que estas son cuestiones que habitualmente no tenemos en cuenta. A todos/as nos gustaría poseer un objeto mágico que realizara nuestros deseos más imposibles, pero ¿y nuestros propios recursos para realizarlos? Quiero dejar claro que con "recursos", no me refiero sólo al dinero, sino también a nuestras familias, amigos y parejas; a nuestra creatividad; y a nuestra constancia. Todos estos elementos pueden combinarse, articulados estratégicamente, para alcanzar metas que se encuentren en el horizonte de nuestras posibilidades.
Mi madre siempre me ha dicho que tengo que volar alto, porque "para achicarse, uno tiene toda la vida". Cuánta sabiduría se halla en estas palabras, y cuánto más se esconde en este cuento milenario. ¿Quién sabe? Aladino encontró a un genio que concedía deseos en una vieja y sucia lámpara, y nosotros podemos encontrar nuevas formas de enfrentar la vida dentro de nosotros mismos.

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