domingo, 15 de agosto de 2010

Cuando uno no puede cerrar una puerta

Sigo pensando en las cosas que ya pasaron, pero también porque me preocupan las que podrían volver a pasar.
Sigo pensando en que no hemos tenido la mejor relación, y en que no sé cómo hacer para que eso no siga afectándome.
Sigo pensando en que una cosa es el pasado, otra el presente y otra el futuro. No puedo despegar del pasado, y el futuro me preocupa. ¿Qué pasa con el presente?
¿Cómo se puede cerrar una puerta que ha estado tanto tiempo abierta? ¿Qué hacer cuando la apertura de una puerta implica la entrada del dolor?
A veces quisiera poder cerrar la puerta y que el vínculo termine, pero sé que eso no es posible. También creo que no es lo mejor, porque ¿Dejar de hablar con alguien implica dejar de sufrir? ¿Terminar el vínculo implica cerrar la puerta?
Hace poco vi en una revista una ilustración muy impactante: una botella de champagne en una frapera que lanzaba una llamarada por el pico. Parecía como si el acto de descorcharla significara la vitalidad de una transformación inminente.
Creo que cuando hay puertas difíciles de cerrar, nos cuesta mucho descorchar vitalidad.