domingo, 28 de febrero de 2010

Trayectoria de boomerang

Estas últimas semanas he oído a varias personas cercanas mencionar que "en la vida, todo vuelve". Aunque se referían a hechos muy diferentes, compartían la creencia de que los males que uno hace, tienen consecuencias negativas en el futuro para uno mismo. ¿Por qué´pensamos ésto? ¿Es ésto real?
Seguramente, todos lo pensamos o hemos pensado en alguna ocasión de nuestras vidas. Como un consuelo en los momentos difíciles, o una manera de contentarnos frente a acciones de otras personas que juzgamos injustas. Como si la vida humana estuviera regida por una especie de polea autoregulada que se ocupa de mantener un equilibrio entre las personas.
También mientras oía a una de estas personas, mi pensamiento se repartía en varios afluentes a la vez: una saga de películas de horror muy célebres en la actualidad, una novela rusa y otro film de Woody Allen.
Me refiero a las películas Saw (El juego del miedo, en español), la novela Ana Karenina, y la película Match Point.
¿Qué tienen en común? Todas estas obras abordan el tema del bien contra el mal y la moralidad de las acciones humanas. De algún modo, introducen la pregunta aquí central: ¿es lo bueno premiado y lo malo castigado? Cuando alguien nos lastima ¿le regresará ésto? Y por el contrario, reproduciendo buena parte de nuestra educación, ¿seremos recompensados por hacer el bien?
El villano de las primeras películas Saw le expone a una de sus víctimas que en su opinión, no existe tal balance. Ayudar a alguien a cruzar la calle puede acarrearnos el ser atropellados por otro automóvil, y ser poderosos corruptos que dejan a inocentes personas en la calle nos permitiría vivir en lujosos y paradisíacos escenarios sin nunca tener que rendir cuentas a nadie.
En contraste, León Tólstoi inicia la novela Ana Karenina citando a los Evangelios:

"Me he reservado la venganza- dijo el Señor."

Esta cita es un componente profético sobre el destino fatal de la protagonista, quien abandona a su marido y a su hijo por un romance con un joven militar.
Finalmente, la película Match Point ilustra cómo la suerte y el azar favorecen a un joven instructor de tenis después de cometer dos crimenes. No hubo castigo de ningún tipo aquí, no hubo un boomerang que regresara a quien lo lanzó.
Aunque muy diferentes entre sí, las tres piezas reflejan inquietudes sobre las consecuencias que tienen nuestros actos. Si realmente existe un sistema de premios y castigos para todo lo que hacemos en este mundo (como canjear en Sacoa los tickets de los juegos por premios), ¿cómo explicamos la pobreza, las guerras, la desintegración familiar, la opresión de las minorías y tanto otros males difíciles de enumerar? Y si por el contrario, nuestra vida sólo está gobernada por el azar, ¿es acaso el mundo una cruel jungla donde las bestias más fuertes imponen su ley?
Es posible que el problema no se agote aquí. Y que tampoco dejemos de pensar en ésto. Pero si creo algo: el hecho de que adhieramos a una u otra postura, determinará en gran parte nuestro modo de posicionarnos frente a la vida y de interactuar con otros. Esta no es una discusión moralista que pretende una clasificación de "buenas" y "malas" personas, pero sí una reflexión sobre por qué hacemos lo que hacemos, y que pensamos sobre eso.

domingo, 14 de febrero de 2010

De mariposas, magdalenas y recuerdos


A veces pienso en mi infancia y no puedo evitar preguntarme si hoy sería quien soy de haber vivido una niñez diferente. La nostalgia frente al pasado y nuestra reflexión frente a lo que no pudo ser cómo quisiéramos nos hace desear a veces que lo sucedido sea diferente. Por suerte, la película El efecto mariposa está ahí para recordarnos lo peligroso que es creer que el presente mejorará tan sólo alterando lo que pasó.
Esa obra maestra del cine tiene un mensaje muy optimista: no podemos tener todo lo que queremos y que, a la vez, todo el mundo sea feliz.
Pero bueno, estaba hablando de ponernos a recordar. Y recordar requiere reconstruir. Alguien que triunfa en este cometido es Proust, quien elabora un gran monólogo interno en su monumental obra En busca del tiempo perdido. Para su protagonista, probar una magdalena humedecida en té significa comenzar a revivir su vida. Los paisajes que conformaban su infancia comienzan a surgir en su cabeza y en la del lector, recreando imágenes y sentidos.
Nosotros no poseemos probablemente la capacidad de Proust de ilustrar así nuestra nostalgia, pero sí sabemos lo que significa viajar a otros lugares en otros tiempos y compartir con otras personas. Olores, sabores y fotografías son siempre una puerta abierta para que el pasado se haga presente.