miércoles, 28 de abril de 2010

La identidad

Algunas canciones actuales dejan una impronta en mí debido al no siempre evidente contenido de su letra. En este sentido, la música de Cuarteto de Nos nos invita a pensar en las presiones que tenemos sobre nosotros como personas y la construcción de nuestra identidad. ¿Quién define cómo somos? ¿Por qué otros deben decirnos lo que nos debe gustar y lo que no? ¿Somos realmente lo que queremos ser? Crecer implica cambiar, equivocarnos y transformarnos.
Y cuando por fin podemos afirmarnos como personas, ya nada más importa.

Ya no sé qué hacer conmigo

Ya tuve que ir obligado a misa, ya toque en el piano "Para Elisa"
ya aprendí a falsear mi sonrisa, ya caminé por la cornisa.
Ya cambié de lugar mi cama, ya hice comedia ya hice drama
fui concreto y me fui por las ramas, ya me hice el bueno y tuve mala fama.

Ya fui ético, y fui errático, ya fui escéptico y fui fanático
ya fui abúlico, fui metódico, ya fui impúdico y fui caótico.
Ya leí Arthur Conan Doyle, ya me pasé de nafta a gas oil.
Ya leí a Bretón y a Moliere, ya dormí en colchon y en somier.
Ya me cambié el pelo de color, ya estuve en contra y estuve a favor
lo que me daba placer ahora me da dolor, ya estuve al otro lado del mostrador.

Y oigo una voz que dice sin razón
"Vos siempre cambiando, ya no cambiás más"
y yo estoy cada vez más igual
Ya no se que hacer conmigo.

Ya me ahogué en un vaso de agua , ya planté café en NIcaragua
ya me fui a probar suerte a USA, ya jugué a la ruleta rusa.
Ya creí en los marcianos, ya fui ovo lacto vegetariano.
Sano, fui quieto y fui gitano, ya estuve tranqui y estuve hasta las manos.
Hice el curso de mitoligía pero de mi los dioses se reían.
orfebrería lo salvé raspando y ritmología aqui la estoy aplicando.
Ya probé, ya fumé, ya tomé, ya dejé, ya firmé, ya viajé, ya pegé.
Ya sufrí, ya eludí, ya huí, ya asumí, ya me fuí, ya volví, ya fingí, ya mentí.
Y entre tantas falsedades muchas de mis mentiras ya son verdades
hice fácil adversidades, y me compliqué en las nimiedades.

Y oigo una voz que dice con razón
"Vos siempre cambiando, ya no cambiás más"
y yo estoy cada vez más igual
Ya no se que hacer conmigo.

Ya me hice un lifting me puse un piercing, fui a ver al Dream Team y no hubo feeling
me tatué al Che en una nalga, arriba de mami para que no se salga.
Ya me reí y me importó un bledo de cosas y gente que ahora me dan miedo.
Ayuné por causas al pedo, ya me empaché con pollo al spiedo.

Ya fui psicólogo, fui al teólogo, fui al astrólogo, fui al enólogo
ya fui alcoholico y fui lambeta, ya fui anonimo y ya hice dieta.
Ya lancé piedras y escupitajos, al lugar donde ahora trabajo
y mi legajo cuenta a destajo, que me porté bien y que armé relajo.

Y oigo una voz que dice sin razón
"Vos siempre cambiando, ya no cambiás más"
y yo estoy cada vez más igual
Ya no se que hacer conmigo. (bis)


domingo, 4 de abril de 2010

Esperar la primavera


Pocos libros que he leído me han conmovido tanto como "Los árboles mueren de pie" y "Prohibido suicidarse en primavera". Estas obras de teatro del gran dramaturgo Alejandro Casona logran que las emociones más profundas del lector sacudan toda su "estantería".
Ambas combinan algunos elementos realistas y otros mágicos, personajes cuyo sufrimiento es indescriptible y personajes de un azucarado optimismo ingenuo. Quienes no tienen más motivos por qué vivir se entrecruzan con quienes viven para los demás en ambientes surreales.
Desde el punto de vista temático, también tienen puentes que pueden servir a la reflexión. Estas breves pero contundentes piezas literarias triunfan en mostrarnos que el mundo puede ser un lugar mejor si todos "ponemos nuestro granito de arena". Sí, les concedo que suena a un cliché. Pero a veces vale la pena que un libro los recree con una vuelta de tuerca, ya sea para darle nueva vida a una vieja esperanza o para revitalizar la fé en las utopías. ¿Es este el mundo en el que queremos vivir? ¿Hacemos algo para mejorarlo?
A menudo nos quejamos de la corrupción política, del deterioro del medio ambiente y de las indignas condiciones de vida en la que se encuentran muchos de nuestros semejantes. Mucha gente cuya juventud transcurrió en otros tiempos sostiene que "las personas ya no son tan solidarias como antes". Mientras que todas éstas parecen preocupaciones válidas, no puedo evitar preguntarme: ¿qué responsabilidad tenemos en la construcción del mundo en el que nos toca vivir? Casona no llega tan lejos en sus obras como para ofrecer respuestas a interrogantes de ésta índole, pero sí narra historias que generan inquietudes en un lector curioso.
En "Los árboles mueren de pie", una institución asistencial produce situaciones artificiales para satisfacer necesidades emocionales de personas que han "tocado fondo". La popular serie televisiva Los Simuladores me viene a la mente. Las historia relata cómo una joven desamparada y una anciana abandonada vuelven a tener proyectos y a creer en el mañana gracias a las pecualiares intervenciones de la organización. La historia tiene un aroma de realismo mágico, un estilo similar al film Big Fish, del director Tim Burton.
Por su parte, "Prohibido suicidarse en primavera" introduce a quien lo lee en una visión alternativa del suicidio. La inmersión en este libro provoca interesantes cuestionamientos sobre lo que pensamos de la vida y la muerte. Los personajes que habitan sus páginas son, en su mayoría, muy infelices. Pero ello no impide que la primavera llegue a sus vidas después de haber pasado largos inviernos.
Las obras aquí mencionadas son una invitación del autor a que veamos la vida como un largo camino en el que alcanzar la felicidad en nuestro encuentro con otros es posible. Es probable que las situaciones que se narran sean inverosímiles, pero quienes las viven son seres muy reales. Como también lo son sus anhelos, sueños y pesares. Quizás cuando estamos pasando por un momento difícil, necesitamos la llegada de esa primavera.